Tras la decisión de cerrar la exportación de maíz, nuevamente asistimos a un escenario en el que vemos, una vez mas, que el gobierno inicia una guerra con el sector más dinámico y moderno de la economía argentina, el agropecuario.
En este sentido quiero decir que el éxito de toda gestión de gobierno se mide por su capacidad de concertar y unir diferencias, más que de imponer a través de falsas premisas de fuerza.
El retorno de viejas y conocidas prácticas, nos recuerda fallidas experiencias en el manejo de tensiones con el sector agroproductivo argentino, que tanto daño causó a nuestro país.
La gestión de Fernández erosiona la confianza del sector privado y alimenta la falsa idea de que con la fuerza y la imposición se puede gestionar un país.